Esta casa se ubica en un reservado condominio de la ciudad de Tampico, en la costa este de México. La parcela exigía crear un paisaje propio y multiplicar sus perspectivas para lograr que los espacios puedan fluir longitudinalmente.
Para ello, se trazan una serie de muros paralelos que, ejecutados con una mampostería de piedra local (Galarza) proyectan cada espacio en dos direcciones. Cada estancia se abre a dos orientaciones, norte y sur, haciendo que la sucesión de espacios se vuelva permeable y a la vez permita un gradiente de privacidades, desde el jardín de entrada hasta la piscina posterior. El atrio central, aunque exterior se torna un recurso de articulación interior que multiplica la sensación de apertura de todas las estancias que la rodean. Un patio que difumina los límites interior y exterior.
Al entrar a la vivienda una escalera de caracol tiene un carácter escultural que le da carácter al vestíbulo a doble altura y da la bienvenida a familiares y visitas. Confinada en su planta cuadrad se desenvuelve en un zig-zag tridimensional de madera que cose ambas plantas. Un paño retroiluminado de Ónix sirve de telón de fondo a este ascenso hasta la primera planta donde se encuentran los dormitorios y significa este espacio central de la vivienda.
Inmediatamente anexo al hall, un patio se sucede para dibujar en el vacío la conexión visual que existe entre las distintas estancias de la vivienda. Un atrio que permite entender la casa como una sucesión de llenos y vacíos, de jardines, patios y habitaciones, de reflejos y transparencias. Unas transparencias acertadamente matizadas por las contras de aluminio que tamizan las visuales entre zonas de día y de noche y protegen del excesivo soleamiento los grandes paños de vidrio que, de suelo a techo, conectan cada estancia con su inmediato espacio exterior.
Esos espacios exteriores se visten de vegetación local y desdibujan los límites de la parcela.Además, suman una capa más a esa sucesión de espacios habitados cerrados y abiertos, donde materiales, vegetación y planos de agua construyen un crisol geométrico. Aquella parcela contenida, gracias al recurso del patio como gran articulador de espacios revela ahora todas sus posibilidades. La concatenación de llenos y vacíos enriquece la vida interior de esta vivienda que paradójicamente busca desdibujar los límites perpendiculares
a sus muros.
Distintas láminas de agua acompañan también los espacios limítrofes, se despierta así el sentido del oído con el murmullo del agua y se mejoran el comportamiento térmico de la vivienda refrescando sus ventilaciones cruzadas. La piscina es
último horizonte de esta casa donde el agua se funde con la vegetación del linde. Junto a aquella, un cenador exterior proyecta la domesticidad interior al aire libre invitando a que la vida social bañe el exterior.
El diálogo entre los materiales; la piedra, la madera, el hormigón y el vidrio, enmarcan un proyecto donde interior y exterior se devuelven la mirada. Mientras la luz natural baña los muros de piedra e inunda cada estancia de suelo a techo, la iluminación artificial escenifica la tectónica de la piedra y convierte la casa es una joya que brilla de noche con luz propia.
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